Parque de los Recicladores

El Parque de los Recicladores es un espacio urbano recuperado y puesto en valor por la Cooperativa Recuperadores Urbanos del Oeste, transformado en un verdadero laboratorio ambiental a cielo abierto. Sobre un terreno degradado, restauramos el paisaje original creando un humedal y un corredor biológico con especies nativas que fortalecen la flora y fauna de nuestra ecorregión. Instalamos una laguna que recrea el ambiente natural, y utilizamos materiales reciclados del propio barrio —adoquines, durmientes de tren y maderas recuperadas— para construir un entorno que demuestra, en cada detalle, el poder de la economía circular.

El parque es además una experiencia inmersiva de educación ambiental: cuenta con huerta comunitaria, espacios de compostaje, manejo de restos de poda, y puntos específicos para aprender a gestionar pilas, aceites, ropa, maderas y RAEE. Allí se realizan talleres de artesanías, reparación y recuperación de aparatos electrónicos, y encuentros abiertos para familias y organizaciones. Miles de niños y niñas de escuelas de toda la Ciudad de Buenos Aires visitan cada año este espacio, donde no solo se enseña a reciclar, sino que se vive una verdadera experiencia comunitaria, que inspira a cuidar el ambiente y entender el valor social del trabajo de los recuperadores urbanos. Además, funciona como centro de transferencia hacia nuestro Centro Verde de Yerbal, donde se termina de clasificar lo que recolectan los distintos sistemas, incluidos los grandes generadores.

 

A continuación de detallan los distintos espacios que integran el area.

Promoción Ambiental

Las Promotoras Ambientales de la Cooperativa, todas mujeres y en su mayoría ex recuperadoras urbanas, son el corazón y la cara visible de nuestra tarea educativa. Son ellas quienes diseñan y conducen la experiencia inmersiva que viven los vecinos, estudiantes y visitantes en el Parque de los Recicladores: guían los recorridos, explican cada instancia del proceso de reciclado, presentan los talleres, describen la flora y la fauna del corredor biológico y ayudan a comprender el valor ambiental y social de cada acción que allí se realiza.

Para fortalecer este rol fundamental, promovemos instancias permanentes de capacitación en oralidad, expresión corporal, pedagogía ambiental y comunicación comunitaria, de modo que el mensaje sobre la separación en origen llegue de forma clara, respetuosa y efectiva. Su trabajo se articula con la Coordinación de Promotoras Ambientales de la Ciudad, potenciando estrategias de sensibilización y participación ciudadana.

Además, nuestras promotoras llevan adelante talleres y campañas de prevención ambiental en escuelas de todos los niveles, acercando la perspectiva cartonera y una mirada integral sobre la gestión de residuos. Son ellas —con su conocimiento, compromiso y experiencia en el territorio— quienes hacen posible que el parque sea un verdadero espacio de aprendizaje, conciencia y comunidad.

Los vecinos pueden acercar una amplia variedad de materiales reciclables limpios y secos, que luego son clasificados por la cooperativa para reingresar al circuito de la economía circular. Entre los materiales más comunes se encuentran los plásticos (botellas, envases de alimentos, bidones, tapitas, potes, envoltorios rígidos), el papel y cartón (cajas, diarios, revistas, cuadernos, folletos, bandejas sin restos de comida), y el vidrio (botellas y frascos de todos los colores sin tapa ni restos orgánicos). Cada uno de estos materiales se procesa de forma diferenciada para maximizar su recuperación.

También recibimos metales como latas de aluminio, latas de conserva, bandejas metálicas y objetos pequeños de hierro; y textiles reutilizables, como ropa en buen estado que puede ser donada o reciclada. A esto se suma la recepción de aceite vegetal usado, que se envasa y gestiona de manera segura para evitar la contaminación del agua. Todo lo que los vecinos acercan permite reducir la basura que termina en rellenos sanitarios y fortalece el trabajo de los recuperadores urbanos en la construcción de una ciudad más sostenible.

La recepción de Residuos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) es un servicio que permite a los vecinos disponer correctamente de aquellos aparatos que ya no funcionan o que quedaron en desuso. Estos materiales no pueden tirarse junto a la basura común porque contienen componentes que, si no se tratan adecuadamente, pueden contaminar el ambiente. En nuestro parque, los RAEE son separados, desarmados y clasificados para su correcta recuperación, reutilización o disposición segura, evitando que terminen en el relleno sanitario.

Los vecinos pueden acercar una amplia variedad de elementos: computadoras, notebooks, teclados, monitores, impresoras, parlantes, cargadores, celulares, tablets, cables, controles remotos, pequeños electrodomésticos como licuadoras, tostadoras o radios, y cualquier aparato eléctrico o electrónico de pequeño y mediano tamaño. Cada uno de estos materiales ingresa a un circuito responsable que permite recuperar partes útiles, reciclar componentes y reducir el impacto ambiental.

La cooperativa recibe pilas y baterías en desuso porque son uno de los residuos domésticos más riesgosos para el ambiente cuando se los tira junto a la basura común. Las pilas contienen metales pesados y sustancias tóxicas —como mercurio, cadmio y plomo— que, al romperse o degradarse, pueden contaminar el suelo, el aire y el agua, afectando a la salud de las personas y a los ecosistemas. Su gestión requiere un tratamiento específico, controlado y seguro, que garantice que estos componentes no lleguen al ambiente.

Al recibirlas, la cooperativa las acopia de forma responsable, separándolas del resto de los residuos y trasladándolas a circuitos habilitados para su disposición final o recuperación. Esta acción no solo evita la contaminación, sino que también concientiza a los vecinos sobre la importancia de una correcta gestión de los residuos peligrosos de origen domiciliario. Recibir pilas es, para nosotros, una manera concreta de proteger el ambiente, cuidar la salud comunitaria y fortalecer una cultura urbana de responsabilidad ambiental compartida.

La Recepción de Aceite Vegetal Usado es un espacio fundamental del Parque de los Recicladores, pensado para evitar que uno de los residuos domésticos más contaminantes termine en la red pluvial o en la basura común. Un solo litro de aceite puede contaminar miles de litros de agua y generar graves problemas en el sistema de desagües, pero cuando se gestiona correctamente puede convertirse en un recurso útil y sostenible.

En este sector recibimos el aceite que los vecinos juntan en sus hogares, siempre frío y almacenado en botellas bien cerradas. Luego, es derivado a circuitos habilitados para su reciclaje, donde puede transformarse en biodiésel u otros productos. Además de evitar la contaminación, este espacio cumple una función educativa: vecinos, estudiantes y visitantes aprenden por qué nunca debe tirarse el aceite por la bacha o junto a los residuos, y cómo un gesto cotidiano puede proteger el ambiente y fortalecer la economía circular. Cada botella que llega es un paso más hacia una ciudad más limpia y responsable.

La cooperativa recibe restos de poda y residuos orgánicos porque son materiales valiosos para transformar en compost, un abono natural que enriquece el suelo y mejora la salud de la vegetación. Cuando estos residuos se tiran junto con la basura común, terminan en el relleno sanitario, donde se descomponen sin oxígeno y liberan gases de efecto invernadero, principalmente metano, uno de los más dañinos para el clima. Al acopiarlos correctamente y destinarlos a compostaje, evitamos este impacto ambiental y aprovechamos un recurso que la naturaleza nos da de manera continua.

Además, la recepción de restos de poda y orgánicos permite generar procesos educativos y comunitarios dentro del Parque de los Recicladores: los vecinos pueden aprender cómo separar sus materiales, cómo funciona un compostador, cómo reutilizar hojas, ramas y restos vegetales, y cómo ese compost vuelve a la tierra para alimentar la huerta, las plantas nativas y el corredor biológico. Es una práctica simple, accesible y sostenible que demuestra que cada hogar puede contribuir a reducir la basura, mejorar los suelos urbanos y fortalecer una ciudad más verde y consciente.

La cooperativa cuenta con un Área de Huerta Comunitaria porque entendemos que el reciclado y el cuidado del ambiente no se limitan a la gestión de residuos, sino que también incluyen la recuperación del suelo urbano, la producción sustentable de alimentos y la construcción de espacios de encuentro comunitario. La huerta permite cerrar el ciclo: el compost que producimos a partir de restos orgánicos vuelve a la tierra para nutrir nuevas plantas, demostrando de manera práctica cómo los residuos pueden transformarse en recursos.

Además, la huerta es un espacio educativo abierto a vecinos, estudiantes y organizaciones, donde se enseñan prácticas de agricultura urbana, manejo responsable del agua, biodiversidad y soberanía alimentaria. Allí se realizan talleres, visitas guiadas y actividades para todas las edades, articulando el trabajo ambiental con la inclusión social. La huerta comunitaria es, para la cooperativa, una forma concreta de promover hábitos saludables, conectar a las personas con la naturaleza en la ciudad y fortalecer el vínculo entre la comunidad y el Parque de los Recicladores.

El Área de Vivero y Plantas Nativas es el corazón biológico del Parque de los Recicladores. Aquí cultivamos especies autóctonas que forman parte de nuestra ecorregión: plantas que nacieron para vivir en este suelo, con este clima y junto a esta fauna. Su presencia no es decorativa: las plantas nativas cumplen un rol clave en la recuperación del ambiente, atraen mariposas, abejas y aves, sostienen el corredor biológico del parque y ayudan a recomponer los ecosistemas urbanos que la ciudad fue perdiendo.

En este vivero producimos, cuidamos y multiplicamos ejemplares que luego se integran al humedal, a la huerta, al corredor de biodiversidad y a distintos espacios del barrio. Es también un aula abierta, donde vecinos, estudiantes y visitantes aprenden sobre jardinería ecológica, propagación, restauración ambiental y los beneficios de elegir plantas nativas para sus hogares. Cada planta que crece acá es una apuesta por una ciudad más verde, resiliente y conectada con su propio patrimonio natural.

El Taller Textil de Reciclado es un espacio donde los residuos se transforman en nuevas oportunidades. Aquí recuperamos telas, prendas en desuso y materiales textiles que los vecinos acercan, para darles una segunda vida mediante técnicas de reutilización, reparación y diseño sustentable. Cada retazo, cada costura y cada prenda recuperada demuestra que la circularidad también se construye con creatividad y oficio.

Este taller es parte esencial del recorrido educativo del parque: vecinos, estudiantes y visitantes aprenden sobre moda sostenible, reducción de residuos y las posibilidades infinitas del reciclado textil. Además, es un espacio de formación y trabajo para las compañeras de la cooperativa, que desarrollan habilidades en costura, reparación, bordado y diseño, fortaleciendo la autonomía económica y el valor comunitario del oficio. Entre máquinas, hilos y telas recuperadas, el taller textil convierte lo descartado en algo nuevo, útil y lleno de sentido.

El Taller de Carpintería es uno de los espacios más valorados del Parque de los Recicladores, donde la madera recuperada encuentra una nueva oportunidad. Aquí trabajamos con pallets, muebles en desuso, restos de construcción y piezas que los vecinos acercan, transformándolos en objetos útiles, mobiliario para el parque, señalética, composteras o piezas artesanales. Cada corte y cada ensamblaje muestran que el reciclado también puede convertirse en oficio y en creación colectiva.

Este taller cumple una doble función: es un espacio de formación laboral para los compañeros y compañeras de la cooperativa, que aprenden técnicas de carpintería, herramientas manuales y principios de diseño sustentable; y, al mismo tiempo, es un punto educativo para los visitantes del parque. Vecinos, estudiantes y escuelas pueden conocer de cerca cómo se trabaja la madera recuperada, cómo se evita que estos materiales terminen en la basura y cómo un descarte puede transformarse en algo nuevo, resistente y cargado de sentido comunitario. El taller de carpintería demuestra que reciclar también es construir.

La Escuelita del Parque de los Recicladores es uno de los espacios más transformadores de nuestra cooperativa. Aquí, compañeras y compañeros tienen la oportunidad de finalizar sus estudios primarios y secundarios, acompañados por docentes comprometidos y por un entorno comunitario que valora la educación como derecho y como herramienta de emancipación. Este espacio nació para derribar barreras, recuperar trayectorias y demostrar que nunca es tarde para aprender.

La escuelita también forma parte de la experiencia educativa del parque: vecinos, estudiantes y visitantes conocen de cerca el valor de la educación popular y la importancia de garantizar oportunidades reales para quienes sostienen el sistema de reciclado de la Ciudad. Cada cuaderno, cada clase y cada diploma es una victoria colectiva. La escuelita no es solo un aula: es un símbolo de dignidad, de inclusión y de futuro.

Se piensa este espacio  como un lugar encuentro donde todas las mujeres podemos poner en manifiesto diferentes situaciones vividas, experiencias. Organizarnos y comprender los roles estereotipados en nuestra casa y trabajo, que mucha veces naturalizamos

Para esto, se realizan diferentes talleres y charlas, algunas con profesionales de la salud a fin de comprender una lucha que nos convoca y nos encuentra reclamando en las calles; en este punto asistimos desde hace tres años a la movilización del Ni una Menos y del 8M.

El Área de Talleres del Parque de los Recicladores es un espacio vibrante donde la creatividad, el oficio y la reutilización de materiales se encuentran. Aquí se desarrollan talleres de arte, cerámica, arreglos de bicicletas, termofusión, trabajo con telas plásticas, serigrafía y muchas otras actividades que combinan técnicas tradicionales con una mirada ambiental. Cada taller propone transformar materiales recuperados en objetos útiles, obras únicas o herramientas para el trabajo cotidiano, demostrando que la economía circular también se aprende con las manos.

Estos talleres son abiertos a vecinos, estudiantes, escuelas y organizaciones, y funcionan como una puerta de entrada a nuevos saberes y oportunidades laborales. Al recorrer este espacio, los visitantes descubren cómo reparar una bici, hacer una pieza de cerámica, reutilizar telas plásticas o estampar una remera con serigrafía, todo en un entorno comunitario lleno de intercambio y aprendizaje. El Área de Talleres no es solo un lugar para crear: es un espacio que fortalece la identidad del parque y demuestra que reciclar también es imaginar, aprender y construir juntos.